Erdogan, una política exterior a la medida de la imagen y el liderazgo

por | Ene 22, 2013 | Líderes políticos | 0 Comentarios

Erdogan en 'Time'

En la estrategia comunicativa del Gobierno de Turquía la política exterior está jugando un papel clave. La ambiciosa -y últimamente agresiva- política exterior y la diplomacia turca están sirviendo para reforzar el liderazgo de Recep Tayyip Erdogan y proyectar su imagen internacional. En un reciente post ya estudiamos la habilidad del primer ministro turco para utilizar las relaciones personales con objeto de presentarse como un líder de relevancia mundial. A continuación, vamos a repasar algunos hitos de su política exterior que han incidido de forma especial en la imagen de líder importante que pretende consolidar el premier turco:

-La Alianza de Civilizaciones: aunque los medios de comunicación conservadores de España se burlaron de esta idea del expresidente Zapatero, lo cierto es que este programa adoptado por la ONU en 2007 acabó teniendo cierta repercusión internacional. La iniciativa, que propugnaba una alianza entre Occidente y el mundo árabe y musulmán con el fin de combatir el terrorismo internacional por otro camino que no fuera el militar, acabó uniendo a una veintena de países de Europa, Latinoamérica, Asia y África, a la Liga Árabe, y a un grupo de personalidades, entre las que se incluyen el Premio Nobel de la Paz de 1984, Desmond Tutu, y el exdirector de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza. Hasta Estados Unidos acabó uniéndose a un Grupo de Amigos de la Alianza de Civilizaciones el 13 de mayo de 2010. La asunción de este programa por las Naciones Unidas se debió fundamentalmente al patrocinio del primer ministro turco, quien tuvo el instinto de ver en la alianza una vía eficaz para presentarse ante el mundo como un líder influyente y dialogante. 

Erdogan en la ONU

-La Flota de la Libertad: en mayo de 2010 la marina israelí abordó en aguas internacionales del Mar Mediterráneo a la llamada Flota de la Libertad, formada por seis embarcaciones de la organización pro-Derechos Humanos ‘Free Gaza’, las cuales pretendían romper el bloqueo israelí a Gaza llevando 10.000 toneladas de ayuda humanitaria. En la Flota de la Libertad viajaban 633 personas procedentes de 37 países. El barco y gran parte de la tripulación era turca. Según la versión israelí, los activistas ofrecieron una resistencia violenta a los soldados israelíes, que se vieron obligados a responder. El resultado fue de nueve activistas de nacionalidad turca fallecidos y varios desaparecidos. La versión de Israel y, sobre todo, su actuación generaron una enorme repulsa en muchas naciones de todos los continentes.

El primer ministro turco junto a un militante pro-palestino.

La reacción del Gobierno turco, tradicional aliado de Israel, fue de firme indignación. La respuesta fue una ofensiva diplomática y una escalada de declaraciones condenatorias que elevó muchísimo la tensión diplomática en Oriente Medio. Turquía se acercaba, tras muchos años de ostracismo e incluso hostilidad, al espacio árabe. La popularidad de Erdogan creció en su país y en todo el mundo islámico. Las imágenes de la oración colectiva por las víctimas, en las que participó el propio primer ministro, hablan por sí solas. Fue un acto de una emotividad extrema.

-Contra la islamofobia de Occidente: aunque en términos generales es un político pro-occidental, moderado e incluso impulsor de reformas democráticas, Erdogan refuerza periódicamente su imagen islamista ante parte de su electorado con declaraciones en las que pretende presentarse como paladín de los musulmanes. La última de ellas se produjo en septiembre de 2012 al hilo de la película ‘La inocencia de los musulmanes’, que desató en el mundo islámico una oleada de protestas por su ofensivo retrato de Mahoma. Erdogan pidió que la islamofobia fuera consideraba «crimen contra la humanidad» y ciertos límites a la libertad de expresión. En dichas declaraciones también acusó a Occidente de promover la islamofobia. Previamente, en noviembre de 2011, Erdogan censuró la propaganda antiislámica y exhortó al mundo musulmán a mostrar su solidaridad contra la creciente islamofobia existente en el mundo occidental.

-El Gran Visir de la Primavera Árabe: pese a su cercanía geográfica, la relación de la República de Turquía con los estados árabes no ha sido, por diferentes motivos, demasiado fraternal en las últimas décadas. Tras el estallido de la Primavera Árabe, Erdogan ha sabido posicionarse como un líder influyente en Egipto, Túnez e incluso en Libia. Los medios internacionales recogieron unos acertados discursos en los que el jefe del Ejecutivo turco se presentaba como un visir, es decir, un consejero y aliado para los nuevos gobiernos. Por primera vez, Turquía sacaba pecho de su evolución democrática y se presentaba como un modelo político a imitar ante sus vecinos. Erdogan supo sacar músculo diplomático. El hecho de pertenecer a un partido islamista y teóricamente democrático como los llegados al poder en Egipto y Túnez logró un acercamiento nada sencillo en territorios dónde durante siglos reinaron los sultanes otomanos.

Erdogan Primavera Árabe

-Amenaza de guerra con Siria: la escalada de tensión y el conato de guerra con la República Árabe de Siria son un capítulo aparte en lo que respecta a las relaciones entre el Gobierno turco y la llamada Primavera Árabe. Para muchos analistas, las amenazas de Turquía son un claro ejemplo del neotomanismo que caracteriza a la política exterior de Erdogan. En este conflicto el  Gobierno turco ha utilizado más la propaganda que la comunicación. Resulta difícil creer que, en plena guerra civil, el Gobierno sirio estuviera interesado en provocar a Turquía y causar un ataque de la OTAN. Si bien es cierto que Erdogan volvió a aparecer ante su pueblo como un líder sólido y fuerte,  hay que reconocer que muchos ciudadanos turcos recibieron con escepticismo su mensaje sobre la amenaza siria a la soberanía nacional turca. Incluso se celebraron manifestaciones en las principales ciudades del país contra la política belicista del Gobierno. No todas las jugadas pueden salir perfectas.

En cualquier caso, Ya comentamos en otro post cómo muchos líderes necesitan presentarse ante su pueblo como un guerrero o un conquistador. Esta circunstancia no es exclusiva de Oriente Medio. Sólo hay que ver la importancia que para los presidentes estadounidenses tiene no parecer débil o dubitatitvo en cuestiones de seguridad nacional. Erdogan también aprovechó las supuestas provocaciones sirias para fortalecer su papel como miembro privilegiado de la OTAN.

Erdogan ejército

Un gesto de Obama desata la ira en Turquía

Para terminar, nos gustaría recordar una anécdota relacionada con la imagen de Turquía y su política exterior que fue perjudicial para los intereses de Tayyip Erdogan. Fue un asunto muy utilizado por la oposición turca para criticar la supuesta falta de peso internacional del Gobierno turco.

En agosto de 2012 la Casa Blanca difundió una fotografía del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sosteniendo un bate de beisbol firmado por el jugador Hank Aaron mientras hablaba con el primer ministro Erdogan sobre el conflicto sirio.

Obama habla sobre el conflicto sirio con Erdogan.

La imagen desató la ira en Turquía. Para el Partido Republicano Popular de Turquía «esta fotografía explica quién ordena a nuestro primer ministro cómo gobernar el país». El vicepresidente de esta formación, Umut Oran, preguntó en el parlamento turco si el primer ministro había visto la imagen y si pensaba reaccionar contra «un insulto implícito a Turquía y sus ciudadanos». Metin Lutfi Baydar, un abogado miembro del partido opositor, declaró que «las fotos revelan de quien recibe órdenes nuestro primer ministro para gobernar el país». Por su parte, los medios turcos bromearon sobre el suceso.  Incluso le aconsejaron a Erdogan que la próxima vez que hablara por teléfono con Obama lo hiciera con un zapato o un cinturón en la mano. Ante tan inesperado revuelo, el portavoz de la Casa Blanca, Caitlin Hayden, aseguró que la imagen había sido malinterpretada. Según él, «tomamos esa imagen con el único propósito de demostrar que el presidente continua teniendo buenas relaciones con el primer ministro y de poner el foco de atención en la importante conversación que mantenían sobre la situación siria».

La anécdota, aunque fuera una serpiente de verano utilizada de forma sensacionalista por algunos periodistas y políticos turcos, ilustra como incluso en los contratiempos, la estrategia comunicativa del Gobierno turco acaba imponiéndose. Erdogan no sólo se benefició de las explicaciones del Gobierno estadounidense, sino que al final supo imponer -aunque de forma parcial- su discurso: Turquía es una potencia a la que Estados Unidos tiene en cuenta y su presidente mantiene una estrecha relación con el primer ministro turco.

En tiempos en que la política comunicativa, las relaciones exteriores y los líderes de los países europeos son tan planos, la estrategia comunicativa de Turquía y el impacto que su diplomacia tiene en el liderazgo es de su jefe de Gobierno son un ejemplo interesante para quienes analizamos la comunicación y el marketing político.

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