El pasado viernes 18 de julio asistí en la capital valenciana al acto de entrega del V Premio de Ensayo Político Avapol 2014. Este año la Asociación Valenciana de Politólogos (Avapol) puso por título ‘Entre el europeísmo y el euroescepticismo’. Como expliqué en al anterior post, para mí ha sido un auténtico honor el haber recibido el primer premio de un certamen al que se presentaron textos de mucha calidad y que contó con un jurado muy exigente. No me cansaré de dar las gracias a Avapol, tanto por el buen trato recibido como por su labor en pro de dignificar la Ciencia Política. Iniciativas como este concurso son excelentes para fomentar el necesario debate político entre la ciudadanía. El acto, celebrado en el Ático del Ateneo Mercantil de Valencia, me ha aportado nuevos e interesantes amigos, con los que tuve el placer de charlar sobre temas de la actualidad política valenciana y española en una más que agradable velada. En especial, tengo palabras de gratitud para el presidente de Avapol, José Luis Sahuquillo, y para la secretaria del colectivo, Lucía Campos.
Iba a escribir una crónica del acto, pero tras leer el buen resumen que ha escrito José Luis Valenciano en su blog ‘Un blog sobre democracia, política y participación’ (que les recomiendo a todos), me limitaré a citar los párrafos más significativos, con su reflexión personal incluida:
“Este año han concurrido 36 ensayos que debían tratar sobre los fenómenos del europeismo y del escepticismo, en un periodo de crisis e incertidumbre como el actual. Carlos Flores Juberías, profesor titular de la Universidad de Valencia y miembro del jurado de esta edición del concurso, destacó el alto nivel de los trabajos recibidos y realizó una reflexión sobre los mismos. Remarcó que una cosa que le gustaba era el optimismo y creencia en Europa de la mayoría de los trabajos, a pesar de la situación actual. Sin embargó, criticó que la mayoría adolecían también de un problema de idealización de la historia de la construcción hasta ahora, ya que no cualquier tiempo pasado fue mejor y también los padres de la construcción europea tuvieron sus sombras. Por otro lado, echó en falta una reflexión más profunda sobre el euroescepticismo, para ser más concretos, sobre su origen. Entendiendo que debemos plantearnos seriamente esta cuestión para poder enfrentarlo y asumir, cuanto sea asumible, de sus críticas.
Como ganador de esta edición con el ensayo ‘Crisis y austeridad: terreno abonado para el populismo y el euroescepticismo’, Julio Otero destacó sucintamente, antes de hacer lectura de su texto, que su intención era reivindicar la ciencia política y la comunicación política. En este aspecto, entiende que las organizaciones deberían tener una estrategia y un relato, pero que el actual relato de las instituciones europeas beneficia los movimientos eurófobos y euroescépticos.
Además, fueron otorgados dos accesit a los ensayos ‘La fórmula mágica del euroescepticismo’, de Alejandro García Esteban y a ‘La Unión Europea, instrumento para la razón política’, de Francisco Pastor Pomares. Recomiendo encarecidamente la lectura de todos ellos.
El debate entre más o menos Europa y las críticas a la construcción europea, no son algo nuevo ni mucho menos. Pero no se puede negar ni que se ha avanzado mucho y se ha conseguido, pese a todos los problemas, el periodo más largo de paz y crecimiento en Europa de toda su historia, ni que hay sombras en todo el proceso. Soy también un optimista europeista como aquellos a los que el profesor Carlos Flores se refería, pero intento no idealizar el camino recorrido hasta ahora. Creo que muchos euroescépticos no acaban de comprender que la existencia de problemas o dificultades no significa que debamos abandonar el proyecto europeo, sino que debemos resolverlos escuchando las críticas. El euroescéptico tiene su utilidad porque es el Pepito Grillo que evita que caigamos en la autocomplacencia. Éste es el verdadero enemigo del proyecto europeo en mi opinión.
¿Alguien se anima a debatir sobre Europa?»