Si hace unas semanas analizamos las bases del discurso populista hoy nos centramos en cuáles son las características que suele tener un discurso populista que triunfa.
Vamos a repasar algunas de las que más frecuentemente compartes líderes y movimientos populistas de diversa procedencia geográfica y de la más variopinta orientación ideológica. Lo haremos -como explicamos en el post anterior- con el máximo rigor posible y alejados de todo sesgo:
-Fresco: una opción populista debe tener un discurso que sepa a renovación. En algunos casos incluso puede ser percibido como cool e incluso tener un punto sexy. Debe ser atractivo y marcar tendencia, representar lo nuevo frente a lo viejo.
-Outsider: para que suene fresco y sea atractivo ha de tener como mínimo un punto rebelde. El discurso populista efectivo prende entre las masas cuando un régimen está en crisis o cuando una sociedad muestra índices elevado de inconformismo con el status quo. El éxito de los movimientos populistas radica en parte en que llegan desde fuera del sistema para cuestionar el establishment.
-Políticamente incorrecto: pero para que esto último cale entre la población el discurso debe cuestionar lo que hasta hace poco parecían dogmas incuestionables. Los políticos populistas tiene el instinto de detectar que el sentido común de la sociedad está cambiando, fruto del miedo o de la indignación.
-Maniqueo: no se trata de reducir hasta el extremo a la sociedad entre buenos y malos, pero hay que tener claro que en la base de todo discurso populista hay una dicotomía y una apelación al pueblo, que representa a la mayoría de la población, frente a una élite de privilegiados o frente a un grupo que por algún motivo representa al ellos frente al nosotros.
-Agresivo: en consonancia con las dos características anteriores, el discurso populista suele tener un mínimo de agresividad. No se trata necesariamente de hacer apología de la violencia o de fomentar el odio contra un determinado grupo social. El discurso populista es un grito de rabia y de indignación contra una situación que se considera injusta.
-Emotivo: frente a la defensa de la racionalidad propia de la izquierda ortodoxa y del liberalismo, los líderes populistas apelan a las emociones. Filósofos y teóricos del populismo han reivindicado expresamente el valor y el potencial movilizador de las emociones.
-Inspirador: un buen discurso populista no sólo emociona, sino que también inspira. Transmite esperanza y evoca un futuro mejor. En algunos casos, se propone rescatar un pasado mítico o idealizado.
-Histriónico: no sucede en todos los casos, si bien, como normal general, el nivel de histrionismo de los dirigentes políticos populistas es superior al de los más centrados e instalados en el status quo.
–Sencillo: tiene que ser claro, conciso, directo y fácilmente comprendido y digerido por la gente corriente. Lógicamente, tiene que estar pegado a la realidad y hacer referencia a los problemas que le preocupan al ciudadano medio. Ha de ser, ante todo, y como dice la raíz del término, un discurso popular.
Fuente de las imágenes: World Politics Review, TV Pública Argentina y ARG Express.