El pasado viernes tuve el honor de participar en la mesa redonda sobre series y política titulada ‘Comunicación política y ficción’, en el marco del IV Seminario de Comunicación Política e Institucional de Alicante: ‘La comunicación política ante la campaña permanente’, organizado por la Diputación de Alicante, el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, Gestión Tributaria de la Diputación de Alicante y la Asociación de Comunicación Política, con la colaboración de otras cinco entidades e instituciones.
Mi ponencia en la mesa redonda se tituló ‘Política y series. Entre realidad y ficción’. Junto a mí, y con la moderación de Imma Aguilar, debatieron Begoña Gozalbes e Ignacio Martín Granados. Todos ellos, junto a Diana Rubio, que también estuvo en el evento, escriben conmigo en el libro ‘Política en serie. La ficción que inspira el poder’, que muy pronto publicará Libros.com.
Durante mi intervención me centré en explicar por qué la realidad y la ficción televisiva son vasos comunicantes. Ambos mundos tienen límites cada vez más porosos. Muchos de los asistentes se sorprendieron al comprobar cómo política y series no son compartimentos estancos.
En el análisis sobre esas relaciones entre la realidad y la ficción me detuve en dos fenómenos, que son dos caras de la misma moneda, expresiones de esos vínculos que estamos comentando: la constante rertroalimentación entre la política real y la que se ve en las series y las fronteras difusas que a veces existen entre ambas. El segundo fenómeno sucede, sobre todo, cuando el primero de ellos -la retroalimentación- se lleva al extremo. De esta manera, empecé lanzando la pregunta de ¿quién inspira a quién? para terminar retomando otra cuestión más clásica con el objetivo de fomentar el debate: ¿supera realmente la realidad a la ficción?
Nos preguntábamos antes: ¿quién inspira a quién? Lo habitual es que los guionistas se inspiren en la realidad para crear una historia más o menos realista -o al menos verosímil- pero ficticia. Durante mi presentación traté de demostrar que no siempre es así; y que, por raro que parezca, a veces sucede incluso lo contrario. Así, en el apartado dedicado al fenómeno de la retroalimentación entre política real y seriada, desgrané las distintas formas en que ambas se relacionan: series documentales, series realistas bien documentadas, recreaciones de hechos reales, la historia como contexto, introducción de acontecimientos de máxima actualidad, biopics y personajes inspirados.
En lo que a esta retroalimentación se refiere, es curioso comprobar cómo la actualidad política real a veces nos evoca series de televisión, como el caso de las negociaciones en España para formar gobierno y ‘Borgen’. También llama la atención cómo otras veces las series se anticipan a la realidad. Por ejemplo, en la citada ‘Borgen’ una mujer se convierte en la primera primera ministra de la historia de Dinamarca poco más de un año antes que en la vida real sucediera un hecho semejante.
Con respecto a esas fronteras difusas entre política real y política ficción, hicimos mención a las visitas de líderes políticos a los rodajes de las series, a los cameos en episodios o a cómo políticos reales aparecen como personajes en series de televisión o, en otros casos, a cómo inspiran a otros. El difuso límite entre las series y la política nos llevaron a comentar cómo, al igual que sucede en ‘La rosa púrpura del Cairo’, algunos políticos del universo de la series se escapan de la pequeña pantalla y dan un salto a la política real, ya sea a través del activismo o de conversaciones en redes sociales.
Lo contrario también sucede cuando dirigentes políticos reales se comportan y se mezclan con personajes de series de éxito en sketches y promos. Otros ejemplos de estas fronteras difusas entre política real y seriada son la campaña virtual de Frank Underwood (presidente de Estados Unidos en ‘House of Cards’), las encuestas de valoración sobre presidentes en las que se incluyen a protagonistas de series e incluso un retrato del mencionado Underwood en el National Portrait Gallery del Museo Smithsonian de Washington D.C. Esta tendencia la llevan al paroximo una serie que se desarrolla en tiempo real, como ’24’, y otra en las que consultores políticos se interpretan a sí mismos: ‘K Street’.
El debate sigue abierto, qué opinan ustedes: ¿supera la realidad a la ficción? ¿quién inspira a quién?.
Si quieres consultar la presentación de mi ponencia puedes consultarla aquí: