El valor de los mitos y los relatos legendarios en la política

por | Sep 22, 2023 | Cultura, Entrevistas | 0 Comentarios

De forma aparentemente casual, mis investigaciones doctorales me han acercado al mundo de los mitos y las leyendas. Me ha resultado fascinante constatar cómo a lo largo de la historia multitud de líderes políticos se han valido de relatos de este tipo para tratar de generar adhesión a su proyecto ideológico. Para profundizar en este asunto contacté con Gonzalo Rodríguez García, doctor en Historia y autor de varias obras acerca del mito, a quien estoy profundamente agradecido por haberme aportado numerosas e interesantes claves sobre la relación entre los mitos y la política, las cuales me gustaría compartir con todos ustedes en este post.

El mito con mayúsculas: el significado espiritual de las realidades
Rodríguez explica que el mito eminente o el mito con mayúsculas es propio del hombre premoderno. Es un relato que busca una explicación al origen y las verdades del mundo a través de un lenguaje poético. Tiene, igualmente, una clara perspectiva espiritual. Contrariamente a lo que se ha pensado históricamente, el hombre premoderno no interpretaba los mitos de forma literal. El mito despliega una mirada poética al mundo que ve una significación espiritual en las realidades de este. Estamos ante una significación espiritual que, verbigracia, no pretende literalmente creer que Thor golpee a las nubes con su martillo y provoque la tormenta, sino que esa imagen del dios nórdico dotaría de significado poético al rayo, al trueno y a la tormenta. No hablaríamos de metáforas, aunque pueda apreciarse el valor metafórico de los mitos. De lo que se trata es de que el significado espiritual del mundo se lee y se habla en el lenguaje de la poesía. Y, a su vez, el lenguaje de la poesía comunica al que escucha los mitos y leyendas el significado espiritual de las cosas del mundo.

Según este doctor en Historia, en un sentido más amplio podríamos hablar también de narraciones míticas que formarían varias capas o anillos concéntricos. Estas narraciones integran características propias del mito; tienen un cordón que las conecta con los mitos en su acepción más pura, pero también presentan una serie de diferencias que es conveniente señalar.

El segundo anillo: las narraciones histórico-legendarias
En primer lugar, Rodríguez me aclaró que existen relatos literarios o históricos que, sin ser mitos en el sentido estricto, pueden calificarse de narraciones míticas porque contienen elementos propios del mito. Como ejemplo de narración mítica de carácter literario podemos mencionar al ‘Cantar del mío Cid’, que propone un ideal de caballero medieval que inspiró a infinidad de guerreros españoles. Normalmente, estas narraciones míticas no persiguen un fin justificativo o reivindicativo de carácter político, al menos de forma explícita. Igualmente, la Batalla de Covadonga fue un hecho histórico que se revistió de las características propias del mito. Es un relato que opera como mito fundacional de la Reconquista. Es el mito del reino perdido que hay que recuperar en nombre de la fe cristiana. En ambos casos hablamos de narraciones histórico-legendarias.

El tercer anillo: la subcreación política
En una tercera capa estarían las subcreaciones políticas de narraciones míticas. Se trata de relatos que, tal como señala este especialista en el mito, tienen fines políticos específicos y son utilizados desde planteamientos ideológicos, como, por ejemplo, los discursos que intentan justificar y/o legitimar cualquier régimen político. Son narraciones que hacen referencia a hechos históricos más recientes y que cuentan, por tanto, con elementos contingentes propios del contexto en el que se han producido. A juicio de Rodríguez, en esta dimensión del concepto mito sí podríamos adscribir, por ejemplo, al discurso del Día de la Victoria de Josip Broz Tito. Es difícil dilucidar hasta qué punto Broz es consciente de que emplea algunos de los elementos característicos del mito. Podríamos estar más bien ante un recurso -por así decirlo- instintivo. Quizás fue la experiencia de la guerra la que le mostró el potencial que para su relato político podían tener valores como el sacrificio y el honor, que remiten al concepto griego de areté (virtud o excelencia). Cabe preguntarse por qué un dirigente que defiende una filosofía materialista trata de edificar una suerte de mito fundacional para su régimen en lugar de limitarse a exaltar o prometer un supuesto progreso económico y social. García lo tiene claro: más allá de lo que se diga a sí mismo o de la ideología que diga defender, el hombre es profundamente espiritual, por lo que necesita de los mitos para conocer y explicar el mundo. Por eso, contrariamente a su intención original, muchas ideologías juegan un papel seudoespiritual. Según el punto de vista de Rodríguez, los mitos nos conectan con la realidad, con el dharma, con la verdadera esencia del ser humano.

Otros líderes políticos de la II Guerra Mundial, como Stalin o Hitler, emplearon componentes míticos en sus relatos y en su propaganda. El líder soviético se apoyó en el mito de la madre Rusia, mientras que las referencias a los viejos mitos germánicos en el nazismo son frecuentes. El relato hitleriano sobre la necesidad de volver a una pureza de la raza aria ancestral y detener la contaminación del judaísmo es de naturaleza mítica. El gran judío como paradigma del mal descansa también en un mito. De forma más similar a Broz, Franco rescató la narración mítica de las Cruzadas para justificar su Alzamiento Nacional contra el comunismo.

El mito y la épica: semejanzas y diferencias
A juicio de este doctor en Historia, lo que identifica un relato mítico es que contiene una cosmovisión y expresa un ideal antropológico. Un relato épico también se vale del lenguaje poético, pero no tiene por qué contar con estos dos elementos. Asimismo, en el mito encontramos un componente simbólico que no suele estar presente en la épica. En definitiva, podríamos añadir que el mito tiene siempre una vocación de trascendencia, una dimensión espiritual que no siempre está presente en el género épico.

Un relato épico puede, tal como apunta Rodríguez, limitarse a narrar acontecimientos o historias presentándolos como heroicos. Por ejemplo, un relato que exalte la lucha del Batallón Azov en la acería Azovstal de Mariupol (Ucrania) puede ser épico, incluso sin faltar a la veracidad. Pero no es un mito porque no tiene esos dos componentes. Las narraciones épicas no tienen por qué ser míticas. Asimismo, un mito puede ser, al mismo tiempo, un relato épico si incluye una narración sobre una lucha heroica, como las aventuras de Ulises. Pero hay muchos mitos que no remiten al género épico.

Para conocer más sobre las relaciones entre el mito y la política, te recomiendas que veas esta entrevista que Santiago Armesilla le realizó a Gonzalo Rodríguez:

Pero, para entender mejor el significado y la importancia histórica del mito, les recomiendo comprar y leer ‘El poder del mito: Análisis del mito y la trascendencia en la tradición europea frente al olvido del espíritu’, una obra del propio Rodríguez que considero muy instructiva y de más que agradable lectura. Tanto este como otros libros del autor se pueden comprar en este enlace de la editorial Berenice.

Libro de Gonzalo Rodríguez García

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