Así renovó su imagen el Frente Nacional

por | Dic 1, 2016 | Líderes políticos | 0 Comentarios

La mayoría de las encuestas dan por seguro que la candidatura de Marion Anne Perrine (Marine) Le Pen pasará a la segunda vuelta de las próximas elecciones presidenciales francesas, que se celebrarán en la primavera de 2017. Tras ser en Francia la lista más votada de los últimos comicios europeos, el Frente Nacional (FN) atraviesa su momento álgido en lo que apoyo popular se refiere.

Marine Le Pen

No cabe duda de que el actual contexto de crisis económica y política le favorece, mas no por ello debemos infravalorar lo mucho que el liderazgo y la estrategia de su actual presidenta han aportado a este crecimiento. Marine Le Pen ha conseguido modernizar su formación y edulcorar su imagen, que asustaba a muchos electores. Su liderazgo se percibe más atractivo y menos agresivo que el de su padre, Jean-Marie Le Pen, presidente fundador del partido. El hecho de ser mujer y relativamente joven contribuyen a marcar distancia con la ya decadente figura de su progenitor, más encasillado en la ultraderecha y protagonista de infinidad de desafortunados comentarios xenófobos. Aunque el FN sigue encuadrado por muchos ciudadanos como un partido de extrema derecha, el carismático estilo de Marine se presenta como mucho más respetable y presidenciable.

Su liderazgo ha supuesto un auténtico soplo de aire fresco para el Frente. Desde su llegada se propuso moderar el discurso y actualizar el mensaje a la coyuntura actual. Es un partido más propio del siglo XXI que el de su padre, incluso más posmoderno. Su FN se parece menos a los partidos de la derecha radical y la ultraderecha de los años 30, como el Partido Francista o el Partido Popular Francés. Los elementos que puedan ser considerados como fascistoides de su programa y de su discurso aparecen menos explícitos. Incluso se castigan los comentarios filofascistas, ya que se consideran que lastran al partido electoralmente. La de Marine Le Pen es, por tanto, una fuerza política más transversal que la de la anterior etapa, más eficaz en su faceta de partido atapalotodo, pues puede más fácilmente pescar en los caladeros de los barrios obreros y la izquierda desencantada. Defiende un programa económico claramente intervencionista y hace de la defensa del Estado del Bienestar una de sus banderas.

Sigue siendo una opción política de derechas, aunque tiene un matiz más populista, en el sentido de oposición a las élites y al status quo. En la estética de sus actos los colores de Francia están omnipresentes, pero en su retórica cada vez es más frecuente las referencias al pueblo y a lo popular. Como otros grupos políticos europeos ha sabido leer que el eje izquierda-derecha se encuentra desdibujado; muchas veces pesa más la dicotomía de los de arriba frente a los de abajo o el pueblo contra las élites. De hecho, la máxima dirigente del FN aseguraba tras la victoria de Donald Trump que «las élites políticas y los medios de comunicación ya no pueden ignorar la democracia». Este componente populista lo resume a la perfección el lema electoral escogido hace unos días: «En el nombre del pueblo». A preguntas de los periodistas, Le Pen ha admitido ser populista si eso significa luchar por «un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». Lo vimos hace poco en ‘La Sexta’ en un programa de ‘El Objetivo’ titulado ‘El populismo, un fenómeno que traspasa fronteras’. 

Marine Présidente.

Si sigue habiendo racismo en el FN, desde luego, ahora es menos étnico y más de pasaporte. En su programa sigue defendiendo el control de las fronteras y la reducción de la inmigración. Es verdad que se priorizan los derechos y las necesidades de los franceses frente a las de los extranjeros, aunque no se no excluyen explícitamente a los nacionales de otras razas. Como decíamos, Marine Le Pen ha sido muy inteligente actualizando su discurso. Sabe dirigir sus dardos a lo que más les preocupa a los ciudadanos de hoy en día. En este sentido el antisemitismo no sólo carece sentido, sino que es contraproducente para la imagen del partido. Bajo el paraguas de la lucha contra el terrorismo y el extremismo, sí que podemos detectar cierta islamofobia. El miedo al islam radical y los problemas de convivencia con un porcentaje de los musulmanes que viven en Francia ofrecen mucho más rédito electoral. Pero las prohibiciones de determinadas prácticas o símbolos islámicos no se hacen desde el catolicismo, sino desde el tradicional laicismo republicano francés.

En la agenda del FN también han desaparecido los temas morales más controvertidos, más propicios a dividir a la población y a identificar al partido como conservador o derechista. El aborto o la eutanasia suelen evitarse. El Frente que dirigía Jean-Marie Le Pen sí reivindicaba más los valores tradicionalistas.

La Unión Europea (UE) y el euro son, quizás, los principales objetivos de los dardos dialécticos de Marine Le Pen. Francia ha perdido peso político, diplomático y económico en la UE. La sociedad francesa está desencantada con el proyecto europeo y el FN está sabiendo explotarlo políticamente. El discurso antieuropeísta del Frente no se centra sólo en la recuperación de la soberanía nacional, la independencia monetaria y el control de las fronteras. Su mensaje es, ante todo, contrario a la globalización. Y no sólo por razones identitarias: ya hemos explicado que coinciden con la izquierda en su oposición a la desregulación de los mercados, las políticas neoliberales y en el proceso de desindustrialización. Visualpolitik explica cómo la clásica clasificación de partidos de derecha y de izquierda ya no sirve siempre para explicar la realidad. Los partidos socialdemócratas y los de centro-derecha (conservadores, liberales, demócrata cristianos…) defienden con leves diferencias el actual proyecto europeo y los tratados de libre mercado. De hecho, uno de los discursos más recordados por Marine Le Pen en el Parlamento Europeo es aquel en el que exhorta al primer ministro griego, Alexis Tsipras, a salir del euro y terminar con «la dictadura europea».

Finalmente, la renovación del FN ha llegado también a su imagen corporativa. Como explica Carlos Yárnoz en un artículo de ‘El País’, los cambios han empezado por el estreno de una nueva sede en la misma vía que el Palacio del Elíseo, donde vive el presidente de la República. Allí conviven la célebre obra de Bansky, el logotipo de los Rolling Stones y fotografías de Brigitte Bardot, Clint Eastwood y Albert Einstein.

Su nuevo logotipo es una rosa azul junto al claim «Marine Presidénte». El origen del logo son las rosas azules cue cada día compraba la secretaria de la máxima dirigente del FN. Se trata de una especie que no cree en la naturaleza de forma espontánea. El mensaje, en palabras de Le Pen, “es el símbolo de hacer posible lo imposible”.

Marine Présidente

Fuente de las imágenes: ‘Nadie habla de La Mula’, ‘Foro Paralelo’ y ‘El Colombiano’.

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